domingo, 20 de septiembre de 2009

Algunos apuntes sobre África


“Cuando el rey Leopoldo II de Bélgica logra para si la asignación del “Estado Libre del Congo”, en 1885, cuando las potencias europeas de repartieron Africa con fines colonialista en “La conferencia de Berlín”, hizo del país su finca privada. Parte del territorio lo gobernaban minorías tutsis sobre mayorías hutus, y Leopoldo creo una fuerza de mercenarios partiendo de estas minorías, para que obligaran a la población a recolectar caucho. Secuestraban a las familias de los congoleños hasta que cosechaban su cuota de caucho, y en caso de que no la alcanzasen les cortaban las manos. La población vivía en un estado de esclavitud, y durante este periodo de tiempo, que ocupo desde 1885 a 1908, la cruel administración del rey Leopoldo produjo más de diez millones de muertos, prácticamente la mitad de la población del Congo. El primer gran genocidio del siglo veinte. Ante la presión internacional, el parlamento belga le quitó a Leopoldo el control y se hizo cargo de su administración, desarrollando infraestructuras para la explotación de las numerosas riquezas del territorio. La situación cambió, pero, como en el resto del continente, la relación con sus habitantes seguía basándose en un régimen de fuerza.
El asesinato indiscriminado de los africanos, aunque quizás no en esta magnitud, se repitió en otras partes del continente. Las poblaciones Herero, de Namibia, fueron empujadas al desierto por los alemanes, que previamente habían contaminado sus pozos. Se estima que murieron ochenta mil personas en esta acción. Situaciones así se repitieron a lo largo y ancho del continente. Poco valor tenía la vida de estos pueblos, que durante tres siglos habían nutrido al mundo con más cien millones de esclavos.
En reparto de Africa, los europeos no se plantearon la conveniencia de establecer fronteras teniendo en cuenta las relaciones tribales. Simplemente, trazaron líneas rectas o se guiaron por la demarcación que establecían ríos, lagos, y otros límites naturales. Durante la época colonial, y bajo la impronta de la fuerza, se consiguió cierta estabilidad, necesaria para expoliar los recursos naturales del continente. Pero a partir 1960 fue declarada la independencia de casi todos los estados africanos, estableciendo mecanismos que permitieran una relación económica privilegiada de las antiguas colonias. Tras la descolonización, los países colonizadores dejaron de invertir en obras públicas y las infraestructuras fueron deteriorándose. Como las potencias europeas utilizaron las diferencias étnicas para administrar sus territorios, en el caso del Congo, las de hegemonía de los tutsis sobre los hutus, cuando se fueron, estas brotaron con fuerza. La enemistad tribal afloró y los conflictos se generalizaron por todo el Africa, solo que ahora en vez de lanzas se usaban ametralladoras. La fuerza conduce a regimenes dictatoriales, en los que los únicos en enriquecerse son el dictador y sus secuaces, y como consecuencia de esto, la corrupción campa por todas partes.
Pero detrás de estos enfrentamientos existe la mano negra de las potencias extrajeras y de las multinacionales y sus intereses económicos. Rusia, Estados Unidos, China y Sudáfrica se disputan el pastel. En el caso de Sudán, con dos millones de muertos, la ineptitud colonial se hizo patente al unir a dos pueblos, el musulmán del norte y el africano del sur. Antes de la etapa colonial los musulmanes del norte utilizaban a los sudaneses del sur como esclavos, y trataron de mantener su posición de privilegio tras la independencia, de ahí surgió la guerra. La excusa de Bin Laden sirvió a Estados Unidos para apoyar el sur, pero tras el telón se esconde el interés por el petróleo. China, emergente, apoya al norte para acceder a él, y ha concertado un acuerdo con los musulmanes de Jartum, armas e instrucción a cambio de petróleo. Se estima que Sudan puede albergar el diez por ciento de las reservas mundiales. Pero el petróleo está en el sur, por lo que el conflicto esta servido para los próximos años. Manipulando las diferencias étnicas, Estados Unidos y China compitiendo por el acceso al crudo.
En esa parte del mundo un Ak.47 cuesta lo mismo que dos gallinas. ¿Y quien ha llenado Africa de armas? La irresponsabilidad descolonizadora es escandalosa, pero más aún lo es la proliferación de conflictos azuzados por intereses económicos.
Apenas declarada la independencia del Congo, la Unión Minera Belga, que pretendía mantener sus derechos de explotación en las minas de cobre y diamantes de Kananga, financió grupos independentistas que asesinaron al presidente Lumumba y provocaron la intervención de la ONU. Posteriormente Estados Unidos apoyaría al dictador Mobutu para contrarrestar la influencia rusa en Angola. Es significativo que la minoritaria etnia tutsi tuviera un estatus de superioridad sobre la etnia hutu reconocido oficialmente y potenciado durante la etapa colonial belga, tanto en el Congo como en Ruanda. Cuatro presidentes hutus han sido asesinados en estas últimas décadas. En agosto de 1993, el presidente Ndadaye de Burundi suspendía la licencia a AFFIMET, una sociedad de Tony Goetz para exportar oro, por ser ilegal y hacer perder al gobierno 1,9 millones de dólares en impuestos. En octubre era asesinado por militares tutsis. Antes de que subiera al poder Ndadaye, el ejercito tutsi había participado en la aniquilación de unos trescientos mil hutus, bajo el beneplácito del presidente tutsi Buyoya.
En 1958, después de un grupo de intelectuales hutus ruandeses elaborase un documento reclamando un cambio social, desde la corte les respondieron con otro documento que entre otras cosas decia: "Podría preguntarse cómo los hutus reclaman ahora sus derechos al reparto del patrimonio común. De hecho, la relación entre nosotros (tutsis) y ellos (hutus) han estado siempre fundamentadas sobre el vasallaje; no hay, pues, entre ellos y nosotros ningún fundamento de fraternidad. Si nuestros reyes conquistaron el país de los hutus matando a sus reyezuelos, y sometiendo así a los hutus a la servidumbre, ¿cómo pueden ahora pretender ser nuestros hermanos?".
En 1989, el precio del café se redujo un 50%, lo que provocó que Ruanda perdiera un 40% de sus ingresos por exportación y entrara en crisis alimentaria. El gobierno del general hutu Habyarimana, que había mantenido el equilibrio entre tutsis y hutus, cediendo el control financiero del pais a los tutsis, se vio tocado. En 1990, el Frente Patriotico Rwandés, compuesto por exiliados tutsis y apoyado por Uganda, invade Ruanda. En 1993 los dos países firman un acuerdo de paz y se forma un gobierno de transición. En 1994, las milicias hutus, las Interahamwe (golpeemos juntos), formadas por extremistas hutus, deciden prepararse para la guerra contra los tutsis, a los que pretenden eliminar. El asesinato del presidente Habyarimana y el avance del Frente Patriótico Rwandés desencadenan la masacre. Se estima que el 75% de los tutsis ruandeses fueron asesinados. No solo asesinaban a los tutsis, sino también a los hutus moderados y a los que tenían matrimonios interraciales. Casi cada una de las mujeres que sobrevivieron al exterminio fueron violadas, y muchos de los 5000 niños que nacieron de estas violaciones, asesinados. Entre radicales hutus y radicales tutsis causaron la muerte de 800.000 personas, el llamado genocidio de Ruanda, que fue cubierto por la prensa extranjera y atribuido a diferencias étnicas, menoscabando la realidad de una lacra heredada del colonialismo, hasta el punto que masacres de hutus fueron filmadas como si se trataran de tutsis. Pese a la barbarie por ambos lados, el grueso de los asesinatos hay que atribuírselos a los extremistas, hutus, los Interahamwe. La misión pacificadora UNAMIR de las Naciones Unidas no hizo nada, y el contingente belga se retiró del país. Como fondo del conflicto, un exterminio planificado por una clase política que deseaba mantenerse en el poder, y que veía amenazada su posición a causa de la crisis. Como siempre, la corrupción, le herencia dejada por un golpe de estado.
Curiosamente, como la palabra genocidio implicaba la intervención inmediata de Naciones Unidas, el gobierno de Clinton omitió por orden suya esta palabra, sustituyéndola por “actos de genocidio” El apoyo militar y logístico francés prestado al gobierno del asesinado Habyarimana y la aquiescencia para que los responsables de las primeras matanzas se refugiaran en zonas seguras, también hace que las intenciones del ejercito francés resulten sospechosas. Es curioso que tres presidentes hutus fueran asesinados antes del genocidio, y que entre los Interahamwe hubiera cabecillas tutsis. Un genocidio planificado, pero por quien y para que.
La llegada de millones de refugiados al Zaire, contribuiría a sembrar la semilla de la primera guerra del Congo.
El Zaire, la República Democrática del Congo, comenzó su andadura en 1960. Su primer dignatario, el carismático Patrice Lumumba, fue asesinado por Mobutu ante la presencia de agentes de la CIA y oficiales belgas. Mobutu, aliado de occidente contra los comunistas, impuso tras su golpe de estado una brutal dictadura que duraría treinta años, durante los cuales amasó una fortuna de cinco mil millones de dólares. Tras su derrocamiento se producirían la primera y segunda guerra del congo, esta última con el resultado de cuatro millones y medio de muertos, donde se reproducirían de nuevo asesinatos y violaciones. En la actualidad, los dictadores extremistas tutsis de Uganda, Ruanda y Burundi, llevan a cabo un genocidio encubierto de los hutus.
El genocidio de Ruanda, ha servido de excusa para la vuelta al poder de los tutsis, que sirven a los intereses de compañías multinacionales. La primera guerra del congo estuvo auspiciada por las tensiones de los banyamulengues, tutsis congoleños, con las naciones vecinas. Los ruandeses los utilizan para esquilmar las riquezas mineras del Congo.
Mucho se habló del genocidio rwandés, pero poco de la segunda guerra del Congo, el conflicto que ha generado más victimas después de la segunda guerra mundial. No interesa que se sepa mucho sobre el asunto. El congo posee el 30% del cobalto del mundo, el 10% del cobre, y el 80% del coltán, que es básico para la industria aeroespacial, y para la construcción de móviles, ordenadores y consolas. Posee además minas de diamantes, y oro. En esta guerra intervinieron nueve paises de los alrededores. El pretexto, el enfrentamiento entre hutus y tutsis. El motivo real, el control de las riquezas congoleñas. De hecho, en la actualidad, tanto Uganda como Ruanda siguen esquilmando los minerales congoleños impunemente. No fue una guerra de grandes batallas, ni de grandes ejércitos, sino de milicias indisciplinadas que llevaron a cabo violaciones masivas, torturas y limpieza étnica. A pesar del alto el fuego, muchos de estos grupos siguen actuando impunemente y sin control.
Compañías multinacionales de Estados Unidos, Holanda, Bélgica, Alemania y Kazajstán reciben como destinatarios el coltán que Ruanda expolia al Congo, y que le produce unos beneficios de un millón de dólares al mes. Tanto el presidente rwandés como el ugandés obtienen pingues beneficios de este robo descarado, cada uno desde su parcela ocupada del territorio congoleño. No es una ocupación declarada, al menos sobre el papel, pero si que son reales los beneficios que obtienen. A nadie interesa que el país avance, porque gravaría con impuestos la extracción de minerales. Así que se azuza un conflicto mantenido que impida al gobierno congoleño desarrollar las infraestructuras destruidas por la guerra, pagar a su ejército y afianzar la economía. A rió revuelto ganancia de pescadores. Hay quien asegura que hay implicaciones entre los traficantes de armas y las compañías puente de las multinacionales. Porque alguien alimenta con armas la guerra, de eso no hay duda. Recientemente, el general tutsi Laurent Nkunda se declaró en guerra en las provincias de Kivu y llegó hasta Goma. El ejercito del presidente Kabila, cuyas tropas apenas cobran, en parte porque la paga desaparece en la cadena de mando, tuvo que pedir ayuda a Angola. Las Naciones Unidas, con tropas en el país, miran sin hacer nada. Lo curioso de este levantamiento del general tutsi es que ocurre inmediatamente después de que los chinos anunciaran un acuerdo con el presidente Kabila para construir carreteras, ferrocarriles y, como no, intervenir en el pastel de las riquezas minerales. Se perfila la batalla entre oriente y occidente por controlar las materias primas mundiales. ¿Tiene algo que ver la globalización con estas dictaduras sangrantes y con estas masacres reincidentes? ¿De que sirven las Naciones Unidas? Sigue imperando la ley del más fuerte.
Estos son solo algunos ejemplos de lo que ocurre al sur de nuestras fronteras. Existen en Africa más conflictos, más dictadores, aunque son las mismas multinacionales y países quienes mangonean sus riquezas. Esta es la parte fea, oscura y oculta del sistema capitalista.
En fin, triste destino el africano, secuestrados para ser esclavos primero, colonizados para expoliar sus riquezas después, y ahora utilizados como piezas de ajedrez en el tablero jugado por países ricos y multinacionales. Lo suyo no es crisis, sino un descalabro permanente. Están muriendo a millones. No estaría mal que les dejaran, que les dejáramos, madurar políticamente y decidir su destino. Y, por primera vez, ser dueños de su riqueza. En vez de instigarlos a la guerra para expoliarlos.

1 comentario:

  1. Interesantisimo, acertado, revelador y estructuralmente novedoso.
    Un texto imperdible sobre la historia de nuestra querida Africa...
    Un gusto leerte Jose Luis...W.G.G

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