Aunque lucía el sol la mañana era fría y un
atisbo de viento desangelaba la primavera que ajena a él seguía brotando y
manifestándose en una melodía que prometía engullir al lluvioso invierno,
caminaba intranquilo hacia el domicilio de la diosa Afrodita sin muchas ganas porque tenía claro que no era de
las que se conformaban con un polvo. Además su mundo era ajeno al mío y no me
apetecía penetrarlo, consciente de su naturaleza depredadora y sin putas ganas
de llevarme en el lance una dentellada. Pensareis que soy demasiado aprensivo
pero solo es supervivencia, más allá de los buenos modales las diferencias de
clases persisten y nunca sabe uno que va a encontrarse cuando cruza la línea.
Pero clienta era y no podía ignorarla, tan solo tratar de no caer en alguna
trampa.
No andaba descaminado en mis sospechas, me
recibió ataviada con un picardías negro y diciendo que acababa de levantarse,
mentira porque tenía arreglado el pelo y el maquillaje estaba perfecta, la
araña tejiendo su tela. Nos sentamos en el maldito sofá y se me iban los ojos
porque no tenía desperdicio, aunque el camisoncito no se transparentaba
enseñaba más que ocultaba y no podía ignorar el despunte de los pezones
marcando la seda. Intenté entablar conversación pero no me lo permitió, se me
echó encima y se puso a besarme mientras me metía mano. Reconozco que me falta
entereza para afrontar esas situaciones, se me nubla la mente en un concierto
de besos y carnes lujuriosas y me olvido de cualquier otra cosa, aquella vez no
fue distinto. Debía ser cierto lo del marido porque tenía hambre de sexo, gemía
con gritos entrecortados que solo interrumpía para decir “dame, dame”, y vaya
si la di, el mote de Afrodita no era en vano y era una delicia disfrutar su
piel y saborearla, tenía el aliciente de una vagina que le venía como un guante
a mi pene. Normalmente no tardo mucho en reponerme después de correrme, pero
ella puso empeño en acortar los tiempos, daba gusto contemplar el gesto de
placer de su rostro cuando la embestía. Cierto que me hubiese gustado ver la expresión
cuando mi cabeza se sumergía entre sus piernas para lamerla el coño, por ver
que había de cierto y que de mentira en sus espasmos, pero prefiero creer que
al menos en eso fue sincera y que sus orgasmos fueron reales y no formaron
parte de su maquiavélico plan sino como cebo.
Tres horas embriagadoras hasta que se
empezó a interesar por mi economía. Que cuanto ganaba, que si no me gustaría un
poco de desahogo económico y que estaba en su mano ayudarme. Se dispararon mis
alarmas.
— ¿A qué te refieres? ¿Predicarás entre tus
amistades la bonanza de mis seguros?
—No hablo de comisiones, sino de dinero de
verdad por un pequeño servicio. Digamos que treinta mil euros.
A pesar de todas mis reticencias, y mira
que tuve que haber salido corriendo en ese momento, la cantidad era
considerable y me dije que no perdía nada por escucharla.
— ¿De qué se trata? —mi mano detuvo su
caricia.
—No poseo nada, todo es de mi marido, ni
siquiera las joyas son mías —condujo de nuevo mi mano hacia sus pechos
mandarinos—. El muy cabrón lo único que ha puesto a mi nombre ha sido un cuadro
que es falso, aunque lo adquirimos con certificado de autenticidad. Una burla
de mi marido. Todo es legal hasta el momento pero en el momento en que le hagan
un test descubrirán la impostura. Quiero asegurarlo, destruirlo y denunciar su
robo, así no tendrán oportunidad de comprobar su falsedad. Tengo entendido que
la compañía se conforma con el certificado de autenticidad y un vistazo a la
obra. Es un Picasso valorado en seiscientos mil euros.
Obviamente me quedé de piedra y sin saber
que decir. Aparentemente era un buen plan, que podía haber llevado a cabo sin
mi colaboración.
— ¿Y por qué me lo cuentas? Puedes
asegurarlo sin mi intervención.
— ¿Tú qué crees? —y poniéndome de espaldas
sobre el sofá bajo hasta mi entrepierna y comenzó a chupármela.
El argumento era contundente, pero no
terminaba de convencerme.
—No me digas que por mi polla —le dije.
Se rio y me miró, maliciosa.
—Dejemos los negocios para luego.
Interesante el giro que ha dado el relato con la trama de Afrodita hacia la novela negra. Torna cierta acción que va a traernos juego. La escena del sexo me chirria, he tenido que volver a leer la frase para entender que estaba pasando, supongo que es la forma abrupta de hacerla venir. Pero el capitulo sigue el ritmo y saca jugo. Espero al siguiente para ver que se te ocurre ahora.
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